“Desde las alturas de los Andes hasta los manglares de Haití, los pueblos indígenas, los agricultores, los pescadores y los pastores han interactuado con la naturaleza durante siglos, desarrollando sistemas de producción diversificados. Estos sistemas incluyen plantas y animales, tanto silvestres como domesticados, de alto valor nutricional y adaptados a duras condiciones climáticas — similares a las que podemos experimentar de forma generalizada en el futuro como consecuencia del cambio climático. Sin embargo, la biodiversidad de América Latina y el Caribe, a pesar de que la región cuenta con algunos de los países más biodiversos del mundo, está en peligro. Entre 2010 y 2020, Sudamérica perdió 2,6 millones de hectáreas de bosque. Reconociendo la amenaza que esta pérdida representa para los pueblos indígenas y los pequeños productores que dependen de estos ecosistemas para su subsistencia, el FIDA ha desarrollado su primera Estrategia de Biodiversidad 2022-2025. Mediante esta intensificación de su labor en materia de biodiversidad, el FIDA pretende promover sistemas alimentarios en los que florezcan tanto la naturaleza como las personas”.
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